martes, 29 de abril de 2008

Aristóteles

Liceo Domingo Santa María

Depto. De Filosofía/ G.V.P./

A R I S T Ó T E L E S (385-323 a. de C.)

Discípulo principal de Platón, simboliza el aspecto científico de la academia platónica. Si Platón era poeta y pensador, Aristóteles fue el típico hombre de ciencia. Carente de la imaginación de su maestro, de la facilidad de Platón para pensar con símbolos y ofrecer a sus discípulos un placer artístico, Aristóteles es naturaleza seca, abstracta, con la profundidad, la exactitud y el juicio cuidadosamente ponderados del sabio actual. Con todo, también puede observarse en Aristóteles cierto dejo de ironía y humor socrático. Se le atribuye la frase siguiente: “Los atenienses han descubierto dos cosas: la agricultura y la redacción de las leyes. Trabajan la tierra y viven de ello, pero dejan las leyes sin cumplir”. El pensamiento de Aristóteles es analítico: lo divide todo en partes elementales, en tanto que Platón toma siempre como punto de partida la imagen completa. El pensamiento de Aristóteles es al de Platón lo que la lámina anatómica a un hombre vivo.

Aristóteles tenía diecisiete años cuando se hizo discípulo de Platón – en el año 367 antes de Cristo – y perteneció a la academia durante veinte años, hasta la muerte de su maestro.

Cinco años después de morir Platón, el rey Filipo de Macedonia llamó a Aristóteles como preceptor del príncipe Alejandro, que tenía entonces trece años. Aristóteles pudo ejercer su influencia durante un bienio sobre el excepcional joven a quien la posteridad daría el apelativo de “Magno”. Pronto sintió el príncipe entusiasmo por la cultura griega, a la que Aristóteles debió aficionarle.

En 335 antes de Cristo, Alejandro subió al trono de Macedonia. El mismo año Aristóteles regresó a Atenas y fundó una escuela filosófica cerca de un campo de deportes llamado Lükeion (en latín lyceum, liceo). Se trabajaba allí intensamente, no sólo en las diversas ramas de la filosofía, sino también en las demás ciencias. La grandeza de Aristóteles se debe, en parte, a su excepcional dominio de todas las ciencias de su época.

En el campo filosófico, Aristóteles comenzó siendo deudor de la filosofía platónica. Su metafísica – ciencia de lo que queda mas allá de los fenómenos contingentes, cambiantes, múltiples y divisibles – conservó el fondo de ésta doctrina poniéndola sobre los pies en vez de estar de cabeza. Platón presentaba las ideas como seres independientes y superiores ubicables en un mundo distinto al de los sentidos. Aristóteles coloca el origen de las ideas en el mundo sensible y dice que están en las cosas como la idea de un artista está en el bloque de mármol del que sale la obra maestra.

Al nacer – decía – nuestra mente está como tablilla cubierta con una gruesa capa de cera, donde nada hay todavía grabado; mientras crecemos, vamos llegando por medio de comparaciones entre nuestras percepciones, a inducir las relaciones entre ellas, las notas comunes: los conceptos o ideas. De modo que nuestro conocimiento no es, como dijera Platón, recuerdo (anamnesia), sino abstracción de lo accidental, pasajero y singular; ni las cosas son sombras de las ideas, sino entidades reales, pues la materia existe desde la eternidad, en tanto que las ideas sólo se hallan en potencia en las cosas, convirtiéndose en algo actual cuando alguien las piensa.

La grandeza de la filosofía de Aristóteles no radica sólo en la metafísica, sino también en la lógica formal, que sistematizó en el Organón, creando así un auxiliar para el correcto ejercicio de la razón. Sus escritos de lógica, muy estimados también por la cultura mahometana, recién serían superados en nuestro siglo XX.

En las demás ciencias, el vigor de Aristóteles radica en la objetividad de sus métodos de investigación y en su capacidad para ordenar los fenómenos y explicarlos por sus causas, señalando su interdependencia recíproca. Es ocioso advertir, sin embargo, que sus métodos científicos, basados en la observación, no pueden comparase con los actuales, fundados preferentemente en la experimentación.

Tuvo la paciencia de enseñar a sus discípulos a observar los insectos o los gusanos desde un punto de vista científico, a examinar las entrañas de los animales sin sentir repugnancia. Aristóteles no se cansaba de repetir a sus discípulos que todo es maravilloso en la naturaleza: todo, hasta la cosa más insignificante.

Aristóteles fue el iniciador de la zoología. Dividió los animales en vertebrados e invertebrados, subdividió a su vez en mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios; sabía que la ballena no es un pez y que el murciélago no es un ave, sino mamíferos. Similar tratamiento dispensó a las disciplinas del espíritu, clasificándoles ingeniosamente tanto las pasiones y virtudes humanas, como las constituciones políticas de su tiempo, y las distintas maneras de expresarse bellamente de palabra y por escrito.

Durante doce años pudo trabajar en el Liceo con una paz absoluta. Pero a la muerte de Alejandro, en 323 antes de Cristo, estalló la guerra entre helenos y macedonios, que habían dominado Grecia desde la época de Filipo. Las relaciones de Aristóteles con la dinastía de Macedonia lo hicieron sospechoso ante “los amigos de la libertad”, quienes comenzaron a esparcir el rumor de que el Liceo era un centro de espionaje macedonio. Se trató a Aristóteles como a tantos otros anteriormente, para culminar con la acusación de “impiedad”. Pero antes de esperar la sentencia de muerte, Aristóteles, hombre de una modestia encantadora, volvió la espalda a Atenas diciendo: “ Los atenienses no cometerán por segunda vez un crimen contra la filosofía”. Se refugió en la isla de Eubea, donde murió al año siguiente, a la edad de sesenta y dos años. Quince siglos después de su muerte, en la Edad Media, lo llamarían “el maestro de todas las ciencias”.

G.V.P.

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