martes, 29 de abril de 2008

LA ILUSTRACIÓN

LA ILUSTRACIÓN.

Temas Principales

La actividad científica de la Ilustración se extendió a todas las ramas del saber, y en este sentido, podemos decir, que tanto las “ciencias” como las “letras” e incluso los oficios mecánicos y artesanales entraron en sus consideraciones. Ahora bien, como temas principales de dicha corriente podemos señalar los siguientes: La razón, la naturaleza, el problema de Dios, la idea de la historia, el progreso y el nuevo pensamiento pedagógico, moral y político.

LA RAZÓN

En cierta manera, mas que ser una dote o una capacidad humana y perfecta, la razón constituye un ejercicio y una exigencia del ser humano, se trata, en definitiva, de establecer una nueva manera de pensar o de juzgar, en la que todos los contenidos culturales puedan ser sometidos a la razón, a los análisis de la razón.

“Todo el siglo XVIII concibe la razón en este sentido. No la toma como un contenido firma de conocimientos, de principios, de verdades, sino más bien como una energía, una fuerza que no puede comprenderse plenamente más que en su ejercicio y en su acción.”

Cassirer

La Ilustración, pues, utilizando como criterio la razón “natural”n una razón profundamente secularizada y crítica, desprovista de toda clase de dogmatismos y prejuicios, procuró analizar y discutir todos, absolutamente todos, los aspectos de la vida: las ciencias humanas, las artes, las técnicas y los oficios: la organización de la sociedad, la autoridad de los gobernantes, los contenidos teológicos y metafísicos, los fundamentos de la moral, el sentido de la belleza, etc.

LA NATURALEZA

En la consideración de la naturaleza, desde un punto de vista, la imagen del mundo mantenida durante las edades Antiguas y Media, y que se encontraba fundamentada en principios teológicos y en la enseñanza de la Biblia, se quiebra; en este sentido se rompe todo vínculo entre la Teología y la Física y surge una nueva interpretación de la naturaleza de carácter positivo o experimental y racional y, desde otro, comienza u período en el que los conocimientos científicos se incrementarán notablemente, extendiéndose a numerosos contenidos nuevos. Las ciencias experimentales (las ciencias naturales) van incrementando sus contenidos a lo largo del siglo, siguiendo las líneas marcadas por un grupo muy numeroso de científicos, entre los que destacan Bacon, Galileo y, sobre todo, Newton. De acuerdo con este proceso las ciencias físicas y naturales ya no proceden deductivamente, desde principios universales aprióricos (axiomas), sino que se desarrollan a partir de la observación empírica y de la inducción.

DIOS Y EL PROBLEMA DE LA RELIGIÓN

Ante el problema de Dios, algunos ilustrados se proclamaron abiertamente materialistas y ateos; la mayoría, no obstante, sin llegar a una situación tan drástica, tendieron hacia posiciones agnósticas y deístas, de acuerdo con las cuales defendieron una especie de religión racional y natural (la religión dentro de los límites de la razón), que rechazaba los misterios, la providencia, los dogmas, el sacerdotalismo y la autoridad de las religiones positivas y en especial las de la Iglesia católica. En este sentido, se tendió a rechazar toda ingerencia de la autoridad eclesiástica en la ciencia y en la moral y, de hecho, como hemos insinuado con anterioridad, se pretendió mantener la religión subordinada a las exigencias científicas y a las normas morales naturales. En este sentido, con frecuencia se tendió a resaltar ciertas manifestaciones perversas de la religión: quema de herejes, guerras de religión, defensa dogmática de manifiestos errores científicos y persecución de científicos y de verdades evidentes, etc. A este respecto, es frecuente encontrar en algunos ilustrados denuncias como la siguiente:

“Los fanáticos de la corte de Roma tramaron un tejido de bellaquerías y calumnias contra los fanáticos que seguían la secta de Calvino, y los jesuitas contra los jansenistas, y si nos remontamos más alto veremos que la historia eclesiástica, que es la escuela de las virtudes, es también la de las maldades que cometieron unas sectas contra otras; todas ellas tienen en sus ojos la misma venda, ya cuando se trata de incendiar ciudades y las aldeas de sus adversarios, ya cuando se trata de degollar a los habitantes, ya cuando sencillamente se proponen engañar, enriquecerse y dominar. Les ciega el mismo fanatismo y se figuran que obran bien.”

Voltaire

La auténtica oposición radical de la fe no está en la incredulidad, sino en la superstición, en consecuencia, tanto la verdadera ciencia como la auténtica religión se encuentran ante los mismos enemigos, a saber, la superstición, el fanatismo, el dogmatismo, etc. Otra vez, pues, arribamos a la misma posición: la religión dentro de los límites de la razón y de la moral natural.

LA HISTORIA Y EL PROGRESO

El problema consistía en lo siguiente, en los relatos tradicionales era frecuente aludir a una supuesta época de oro de la humanidad, a la que habría sucedido otra de plata, a ésta, a su vez, una de bronce, etc., de tal modo que tendía a concebirse la historia de la humanidad como una degradación progresiva de los seres humanos; a ratificar esta visión contribuían no pocas leyendas de tipo épico, en las que grandes héroes, hombres y mujeres, de inusitado temple, llevaban a cabo increíbles hazañas y eran capaces de soportar extraordinarios esfuerzos y sacrificios; por otra parte, la propia Biblia nos hablaba de personas cuya sabiduría y prudencia (Salomón) era proverbial o de otros que vivieron un número de años totalmente inalcanzable en nuestro tiempo: El Génesis atribuye a Matusalén una edad de 969 años, nos señala que Abraham tenía 100 años cuando nació su hijo Isaac, etc. De este modo, innumerables escritores tendían a exaltar a los “antiguos”, el pasado, a infravalorar el presente, a los modernos. Ahora bien, Fontenelle invirtió dicha creencia, poniendo en cuestión la ida tradicional y lanzando su opinión de que la naturaleza humana caminaba hacia su perfección, que ésta se encontraba en el futuro.

El examen de la idea de progreso, tuvo en nuestro autor un marcado carácter naturalista y, así , a la hora de investigar su realidad, se preguntó sobre la degradación o la invariabilidad de las fuerzas de la naturaleza: el tamaño de los árboles, la agilidad de los animales, etc. En este sentido los ilustrados tendieron a mantener la opinión de que la naturaleza no se degrada. Ahora bien, si esto era así, la suerte de los “modernos” estaba asegurada: nosotros podemos saber mucho más que los antiguos, pues la historia humana ha ido aportando experiencia y sabiduría.

Paulatinamente, con Montesquieu, Voltaire, y otros, se afirma que la humanidad se encuentra en las sombras de la infancia y se confía en la razón para la realización de un camino constante hacia la mejora de la humanidad. De acuerdo con la naturaleza no se puede poner límites al progreso humano; la historia de la humanidad se encuentra en manos de las propias personas y su realización o su frustración dependerá de que prevalezcan las luces de la razón o el oscurantismo de las fuerzas dogmáticas e irracionales: una y otra cosa es posible y ninguna de las dos es necesaria, todo depende de los seres humanos.

EL NUEVO PENSAMIENTO PEDAGÓGICO

En consecuencia con las ideas de progreso, la Ilustración, por primera vez en la historia, insistió en la necesidad de poner la cultura, las ciencias y las artes al alcance de todas las capas sociales: educación para todos, pues, en primer lugar, un pueblo culto tenderá a rechazar toda superstición y todo dogmatismo, en segundo, sabrá dirigir su propia conducta moral y, en tercero, podrá terminar con el absolutismo y colaborar al establecimiento de un sistema político justo y democrático. En estos aspectos, podemos decir que las ideas pedagógicas ilustradas (sobre todo las de Rousseau) encontraron eco en el espíritu progresista del siglo XIX; las ideas morales en el desarrollo del formalismo kantiano y en el altruismo sentimental de Smith o en el hedonismo utilitarista de Bentham, y las ideas democráticas en la Revolución Francesa de 1789, la desaparición de la sociedad estamental y la proclamación de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.

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